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'La felicidad es redonda como un balón de fútbol’ – Jessica Hilltout

 

La siguientes notas se basan en el artículo ‘Joy is Round’ (la dicha es redonda) publicado en la edición de habla inglesa de la revista National Geographic y detallan el trabajo de Jessica Hilltout fotógrafo de profesión, la que es una verdadera nómada nacida en Bélgica. En el 2009 cargada de sacos de balones de fútbol desinflados montados sobre el techo de un destartalado Volkswagen Beetle amarillo, comenzó una gira de siete meses a través de África para documentar el amor del continente africano por el fútbol. Ese amor apasionado lo encontró en las aldeas donde los niños jugaban con alegre abandono sobre los parches de polvo de tierra en forma de potrero, playas de arena y campos exuberantes, lejos de los estadios donde se iban a celebrar los partidos de la Copa del Mundo en Sudáfrica 2010.

Ella capturó el sentido que el juego tiene para las gentes que viven en África en imágenes líricas que fueron expuestas en Ciudad del Cabo, Johannesburgo y galerías de Bruselas. Niños pequeños en Burkina Faso brincando con alegría al saber que su equipo había ganado, un joven pescador en el aire saltando cuando mete un cabezazo en una playa de Togo y chicos descalzos en lope, Ghana, moviéndose con gracia en el terreno perseguidos por sus propias sombras, delgadas y alargadas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

'El hermoso juego existe en su forma más pura en lo que vi, en la gente que juega por el placer de jugar,’  ha manifestado en diversas entrevistas Hilltout. Tal vez extrañamente las imágenes más conmovedoras en el trabajo de esta fotógrafo son las de los objetos, los balones caseros modelados por los niños africanos usando bolsas de plástico, calcetines viejos y trapos, atados con cuerdas o tiras de corteza de árbol. Algunos niños utilizaron condones inflados, cosa común y libre en un continente acosado por el SIDA, los que envuelven tras ser inflados en una tela para que sean pesados, a continuación en bolsas de plástico para sellarlos  y finalmente son unidos por una cuerda. Estos balones ingeniosos e improvisados ​​rebotan como los de verdad por unos pocos días antes de que el aire se les escape.

 

Jessica Hilltout, hoy de 35 años de edad, aceptó estos balones cada uno con una historia particular como un pequeño regalo hecho a mano, de parte de los niños que se los dieron cuando ella les entregó a cambio balones de fútbol reales, de los que se utilizan en Europa u otras partes del mundo. Así fotografió estos balones hechizos descansando sobre la tierra agrietada o en el hueco de las manos de un niño con las uñas de los dedos mordidas. La gente que conoció en unas 30 aldeas africanas que se extendían por el oeste y el sur del continente no tenían apoyo formal al practicar fútbol, no tenían uniformes, ni patrocinadores corporativos, ni subsidios de ningún tipo. Las paredes de las galerías donde Hilltout ha expuesto sus fotografías muestran pies a menudo descalzos o en sandalias o en zapatillas donde se puede ver un dedo del pie saliéndose por un agujero.

‘Muchas personas tienen tanto y hacen tan poco con lo mucho que tienen’  decía la artista belga hace un tiempo, ‘la gente que conocí tenía tan poco y ha logrado hacer tanto con lo poco que tienen que observar eso te conmueve profundamente.’

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